miércoles, 1 de mayo de 2013

Retrospectiva Viñarock VI

Retrospectiva Viñarock VI: Encuentros y desencuentros (2009-2012 

Con 2009 parecía regresar la calma a un festival tremendamente castigado por los sucesos de los años anteriores. Aunque ya no había nadie con quien competir, el clima respetaba y las fechas, con un festivo en viernes, cuadraban a la perfección, la afluencia de público no supero las 50.000 personas y muchos se planteaban la pregunta: ¿está acabado el modelo del Viñarock? Las críticas no cesaron de llegar: siempre el mismo cartel, siempre los mismos grupos y además el precio más caro que nunca (75 euros).
Algo había dejado de funcionar en la dinámica del festival.
Sí, se seguían dando oportunidades a grupos jóvenes; sólo que en 2009 un tercio del cartel eran bandas jóvenes desconocidas. Para el aficionado, “de relleno”. Para el precio, injustificable. Y más aún acortando la duración del primer día y eliminando el escenario de música “heavy” (lo que fue considerado una traición, ya que de ahí nació el festival). Con las circunstancias que había, desde luego no se podía hacer peor.
Por ello los dos años siguientes fueron de mera recuperación de errores cometidos, tanto propios, como los citados, como ajenos (con Matarile). La productora del 2009 al 2011 fue Orange junto al Ayuntamiento (que ahora no cedería 100% la organización a una empresa externa en previsión de lo sucedido anteriormente). Se hicieron guiños a música de dj’s, al chill out, a los grupos tributo (que hasta entonces no tenían cabida) y a otros nuevos espacios, junto a recuperar los de siempre (el escenario de música “heavy”). Y se hizo especial ahínco en reforzar el cartel aparte de con novedades, con elementos únicos que ningún festival tuviera. Así regreso Sóber a los escenarios en Viñarock, como Ska-P tras su parón de varios años, o la unión de nuevo de los hermanos Castro, componentes de Barón Rojo, separados más de una década.

Unido a promociones especiales tanto en precio como en ayuda a los viajes y demás, y a una bajada de precios generalizada (de hecho desde 2009 ningún festival ha costado tanto) han hecho que el festival haya aguantado la crisis. Con años de pérdidas y otros de beneficios, con polémicas como las reclamaciones de impagos de algunos grupos en 2011 y malentendidos (ya que el festival ahora mismo no tiene ninguna deuda vigente con nadie tras la última edición). Quien si dejaba atrás deudas era la productora Orange, lo que hizo que el ayuntamiento firmara en 2012 con una nueva promotora un acuerdo por diez años de duración. Es decir, hay Viñarock para rato.
Bajo el lema “¡Una nueva era!”, la nueva promotora organizaba en Villarrobledo la edición 2012. Con precios más bajos que nunca, desde 35 euros los visitantes se encontraron con un festival que venció a la lluvia. Grupos grandes, los escenarios de siempre, edición de cuatro días y una mejoría (muy necesaria) del recinto del camping, una de las lacras del festival hasta entonces (los robos se habían hecho ya una costumbre). 65.000 personas llenaron el auditorio municipal, la cuarta edición más numerosa del festival, demostrando que el problema no era el qué, sino el cómo.
La fórmula se multiplica este año. La entrada más económica a 25 euros. Regreso de nuevos grupos a los escenarios y presentaciones inéditas de nuevos trabajos.
Sobreponiéndose a todo, Villarrobledo ya huele a festival. Huele a Viñarock.
 

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